N° 14 julio – diciembre 2024. E-ISSN: 2709 – 3689
Ensayo académico
La desmovilización en la movilización. Reflexiones a partir de la obra de Pablo Lapegna, La Argentina transgénica. De la resistencia a la adaptación, una etnografía de las poblaciones campesinas
The demobilization within mobilization. Reflections based on Pablo work Transgenic Argentina. From resilience to adaptation, an ethnography of peasant populations
Abril Quintana Thea a
a Universidad Nacional de La Plata, Instituto de Cultura Jurídica, Argentina
Cómo citar: Quintana Thea, A. (2024). La desmovilización en la movilización. Reflexiones a partir de la obra de Pablo Lapegna, La Argentina transgénica “De la resistencia a la adaptación, una etnografía de las poblaciones campesinas”. Revista Kawsaypacha: Sociedad Y Medio Ambiente, (14), D-009. https://doi.org/10.18800/kawsaypacha.202402.D009 |
Resumen: Una de las grandes preguntas a la que se enfrentan los investigadores encargados de analizar y estudiar el fenómeno de los movimientos sociales y la acción colectiva gira en torno a determinar qué ocurre cuando el movimiento social fracasa en su desarrollo como tal, en su permanencia en el tiempo, o incluso en su constitución misma. Generalmente, se lo observa como un proceso negativo, caracterizado por la apatía y la ausencia, ya sea de recursos, de oportunidades políticas, etc. Se trata de una pregunta poco trabajada en el ámbito académico dedicado al estudio de los movimientos sociales, que asimismo impulsa a Lapegna, en su libro La Argentina transgénica, de la resistencia a la adaptación, una etnografía de las poblaciones campesinas, a recuperar el análisis de la desmovilización. El autor parte de la premisa de que se trata de un proceso y un mecanismo en el cual existe decisión y actividad, mientras desafía a aquellas teorías que la caracterizan de manera negativa.
Lapegna analiza desde un enfoque etnográfico un caso en Moreno (Formosa, Argentina), donde el boom sojero y el uso de agroquímicos afecta a toda la población campesina. Allí observa cómo en el año 2003, ante una deriva agroquímica, la comunidad organiza manifestaciones y logra detener la fumigación de los campos aledaños. Sin embargo, en el año 2009, esa misma población, ante la misma situación, no lleva adelante ninguna acción colectiva. A partir de allí, el autor busca profundizar en el estudio de la relación entre políticas clientelares y movimientos sociales para llegar a explicar el proceso
de desmovilización.
Palabras clave: Movilización social. Desmovilización social. Acción colectiva.
Abstract: One of the major questions faced by researchers analyzing social movements and collective action revolves around determining what happens when a social movement fails to develop, sustain over time, or even establish itself. This phenomenon is often seen as a negative process, characterized by apathy and absence of resources or political opportunities. This question remains relatively unexplored in academic circles dedicated to the study of social movements, prompting Lapegna in his book Transgenic Argentina. From resilience to adaptation, an ethnography of peasant populations, to revisit the analysis of demobilization. The author starts from the premise that this is a process and mechanism involving decision-making and activity, challenging theories that characterize it negatively. Lapegna ethnographically analyzes a case in Moreno (Formosa, Argentina), where the soy boom and the use of agrochemicals affect the entire peasant population. He observes how in 2003, faced with agrochemical drift, the community organizes demonstrations and manages to stop the spraying of neighboring fields. However, in 2009, facing the same situation, the same population does not undertake any collective action. From there, the author seeks to deepen the study of the relationship between clientelistic policies and social movements to explain the process of demobilization.
Keywords: Social mobilization. Social demobilization. Collective action.
1. Introducción: un campo poco explorado
Existe un extenso y prolífero estudio acerca de los movimientos sociales. Desde diversas tradiciones académicas se intenta responder a preguntas relativas al «por qué», como lo hace el enfoque de los nuevos movimientos sociales, con representantes como Touraine y Melucci; al «cómo», desde el enfoque organizativo de la teoría de la movilización de recursos, guiado por autores como Zald y McCarthy; o al «cuándo» de los movimientos sociales, con el enfoque del proceso político sostenido por estudiosos como Tarrow, McAdam y Tilly (McAdam et al., 1999).
Sin embargo, son pocas las investigaciones dedicadas a responder qué ocurre cuando el movimiento social fracasa, ya sea en su desarrollo o en su constitución misma como tal[1]. Incluso, se lo ha abordado de manera peyorativa, caracterizándoselo negativamente.
Siguiendo con el trabajo que hicieron Pleyers y Álvarez Benavidez (2019), donde se preguntaron qué tan vigente se mantiene la premisa de Touraine (1973) de que los movimientos sociales producen sociedad, podemos vislumbrar que el hecho de limitar a los movimientos sociales a sus resultados e impactos en la política institucional, así como a la protesta y la oposición, se trata de dos sesgos epistemológicos muy problemáticos que no permiten comprender transformaciones más profundas del movimiento social y su naturaleza misma. Al ampliar el campo, podemos comprender que los movimientos sociales también producen significados (Eyerman & Jamison, 1991) y conocimientos (Santos, 2014).
Existe un sesgo que también es observado por Lapegna (2019) cuando se enfrenta al término «cooptación» (Gamson, 1975) como la explicación al proceso de desmovilización social. Es así que Lapegna sostiene que
La desmovilización es un proceso activo, un logro en el que se ve involucrada la agencia de los actores subalternos (una dimensión importante pero pobremente expresada por el concepto peyorativo y condescendiente de «cooptación»). […] Creo que esa noción más bien indica lo que un analista espera hallar, pero en ocasiones no encuentra (2019, p. 170).
Desde esta perspectiva, Lapegna emprende la tarea de profundizar en el proceso de la desmovilización, discutiendo con el término cooptación y proponiendo dos conceptos para su análisis: presión dual y reconocimiento institucional.
2. Breve caracterización de los actores
A partir de los años setenta, los pequeños productores rurales asentados en la provincia argentina de Formosa, pertenecientes a las comunidades campesino-indígenas de la zona, se organizaron en asambleas campesinas que luego pasaron a conformar la Unión de Ligas Campesinas de Formosa (Ulicaf). La Ulicaf se propuso afrontar la desigual distribución de la tierra y negociar con la industria y latifundistas. Una característica que sobresalía dentro de los ideales que le dieron base, era que consideraban necesario evitar la participación de partidos políticos en su organización, para mantener así
cierta autonomía.
Luego de la última dictadura militar argentina y de las persecuciones a los miembros de la Ulicaf, el movimiento campesino se reorganiza durante la transición hacia la democracia, a partir de 1983, en el Movimiento Agrario de Formosa (MAF). Sin embargo, a diferencia de la Ulicaf, el MAF comienza a integrarse a la política peronista y clientelar de la provincia a través de un pacto, a mediados de los años noventa, con el gobernador Gildo Insfrán, quien ocupa, actual e ininterrumpidamente, el mismo cargo. Es por ello que, durante el trabajo de campo de Lapegna, emergen dos términos claves en el discurso campesino: la «política», como actividad «sucia», y la «ayuda», en alusión a los
planes sociales.
Como consecuencia de la alianza del MAF con el gobierno provincial, gran parte de sus miembros se desvincularon para formar el Movimiento Campesino de Formosa (Mocafor), el cual pasó a convertirse en un movimiento opositor al gobierno provincial y llevó a cabo diversas acciones de protesta para velar por sus intereses y exigir recursos.
El Mocafor logró acceder a subsidios agrarios nacionales, lo que le permitió mantener su autonomía frente al gobierno provincial, así como a subsidios de desempleo, gracias a su participación en la organización social nacional Federación de Tierra y Vivienda (FTV). Esta situación permite al autor indagar en las implicancias que conllevan para el movimiento social su inmersión en las redes clientelares, y el lugar que ocupan estas en el proceso de desmovilización social.
3. La desmovilización en la movilización
A pesar de la creencia de que el éxito político de los movimientos sociales depende de mantener el respeto de los canales adecuados, se ha observado muchas veces que este se debe a «la habilidad desarrollada por el movimiento para diseñar tácticas innovadoras y disruptoras […] para crear desórdenes públicos de tal calibre que fuera precisa la intervención federal» (McAdam et al., 1999, p. 37).
Tarrow (1994) señala que son las alteraciones, o las amenazas de ellas, lo que les permite a los movimientos sociales ser efectivamente el motor de transformaciones sociales. Y es que, precisamente, aquello que le brinda la posibilidad a la comunidad campesina de inducir la negociación es la ola de manifestaciones y cortes de ruta que comienzan en el año 2003, en plena expansión de la soja transgénica, cuyo primer gran evento disruptor tiene como protagonistas a un grupo de madres impidiendo una fumigación. Esta primera acción de protesta frente a un hecho de contaminación ambiental con agroquímicos es negada públicamente por los funcionarios provinciales, quienes califican a la comunidad de «ignorantes» y «sucios».
En el año 2009, ante un nuevo caso de contaminación por agroquímicos, los campesinos formoseños no llevaron adelante manifestaciones como las del año 2003, aunque el conflicto ambiental fuera similar, sino que hicieron sus apelaciones a través de los medios institucionales creados para ese momento por el gobierno nacional. A diferencia de lo ocurrido en 2003, para el año 2009 el gobierno les prestaba atención como movimiento social, pero sin abordar el fondo de la problemática, una interacción que Lapegna decidió llamar «gobernanza performativa».
Para explicar el proceso de desmovilización, Lapegna propone dos conceptos. Por un lado, refiere a la presión dual, como propuesta superadora del concepto de cooptación, para analizar la relación entre el Movimiento Campesino de Formosa y sus aliados nacionales (el gobierno nacional y el Movimiento Nacional Federación de Tierra, Vivienda y Hábitat). Allí observa una relación marcada por el clientelismo, donde los movimientos sociales suelen considerarse redes de resolución de problemas (Auyero, 2015). Existe una presión doble, que es «desde abajo», dado que los campesinos le reclaman a la organización recursos; y «desde arriba», en función de que el Estado les reclama reciprocidad. Así, los líderes de los movimientos sociales, en su rol de intermediarios, devuelven el apoyo que les dan sus aliados nacionales evitando que el movimiento social organice acciones colectivas de protesta.
Por otro lado, refiere al reconocimiento institucional como concepto que permita analizar el impacto que las políticas de desarrollo rural tuvieron sobre las organizaciones locales. A diferencia de lo que ocurrió en el año 2003, donde las autoridades provinciales maltrataron y faltaron el respeto a la comunidad campesina, a partir de 2004, y principalmente en el año 2008, el gobierno nacional comenzó a reconocer a las organizaciones campesinas como actores sociales válidos de la vida agraria. Es así que los movimientos sociales se benefician de este reconocimiento institucional, generándose oportunidades para ellos, pero a un gran costo, dado que comienzan a surgir fricciones entre ellos y los líderes ven reducido su espectro discursivo.
Observa entonces Lapegna que incluso en la desmovilización existe agencia, actividad de los actores subalternos; entendiendo que no se trata de un punto culminante del movimiento social, sino de parte de su desarrollo y construcción como tal.
4. El movimiento social como productor de subjetividades
Recuperando la aserción que sostuvimos con anterioridad acerca de los movimientos sociales como productores de significados (Eyerman & Jamison, 1991) y conocimientos (Santos, 2014), interesa ahora adentrarnos en la perspectiva de Melucci (1999), quien ha puesto el foco de estudio en las relaciones sociales de la vida cotidiana como espacio de construcción de identidad, sentidos colectivos y solidaridad. Siguiendo al autor, estas pasan un período de latencia, de experimentación (es decir, no son públicas), hasta que toman carácter de movimiento social, por lo que las ha denominado redes sumergidas, las cuales aportan recursos materiales y simbólicos para la acción colectiva.
Lapegna profundiza en el estudio de estas redes con el objeto de analizar las dinámicas de la desmovilización a nivel micro y el rol de la agencia en esos procesos; concentrándose particularmente en la «presión dual» producto del clientelismo, es decir, en los vínculos entre el movimiento social local y sus aliados (un movimiento social nacional y el gobierno nacional), y en las relaciones (tanto de cooperación como de fricción) que surgen internamente. Es así que observa que las comunidades campesinas expresan un fuerte resentimiento respecto de las redes clientelares, es decir, por la necesidad de encontrarse vinculadas políticamente para beneficiarse de algunos recursos.
Evidencia Lapegna que las manifestaciones en contra de los cultivos transgénicos y la exposición a agroquímicos no solo eran producto de reclamos materiales (fuentes de ingreso y de alimentos), sino también de demandas de reconocimiento y procesos de identificación. Este observa que los campesinos deseaban revertir el maltrato, la falta de respeto y el desprecio del que fueron objeto por parte de funcionarios y grupos de poder, al negárseles públicamente la contaminación, culpando a las familias afectadas por «ignorantes» y «sucios».
Por otro lado, el autor se sumerge en la construcción de sentidos del movimiento social, particularmente en la forma en que las personas justifican sus acciones. En primer lugar, observa cómo las mujeres argumentan y entienden su actuar como una consecuencia lógica de su maternidad, lo que evidencia para Lapegna divisiones de género en el movimiento social. Luego, se encuentra ante la preocupación general del movimiento de que sus integrantes sean identificados peyorativamente como «piqueteros», lo que resulta un obstáculo simbólico para la consecución de la acción colectiva, una situación que surge cuando los actores subalternos asimilan las definiciones y sentidos construidos por un grupo de mayor poder (Bourdieu, 1991).
Sin embargo, luego de los eventos del año 2003, la comunidad campesina no solo pudo hacer eco de sus reclamos materiales, sino también definir y defender su identidad, reclamando el reconocimiento de sus derechos.
5. Reflexiones
Frente al desafío académico de entender a los movimientos sociales en su fase de desmovilización, cuando no han sido disueltos ni institucionalizados, es que Lapegna emprende su tesis, procurando analizar cómo se movilizan y desmovilizan, cómo combinan la confrontación y la negociación, cómo entrelazan intereses y emociones, cómo se relacionan interna y externamente; con la premisa constante de que aún en la desmovilización hay agencia de los actores. Es en el proceso mismo de la desmovilización que los actores construyen sus sentidos, subjetividades, sus identificaciones, que crean obstáculos para la protesta.
En el caso bajo estudio, se evidencia cómo, durante el período posterior a los eventos del año 2003, la comunidad campesina y los integrantes del movimiento social observan transformaciones en sus percepciones y emociones. Algunos se sentían desalentados por los resultados que obtuvieron del conflicto de 2003, otros tomaron como propias las interpretaciones negativas que hizo público el gobierno provincial, se genera un proceso de asignación de culpa y de producción de rumores dentro del movimiento social. Las relaciones con aliados y autoridades, y las opiniones sobre las protestas fueron influenciadas, según Lapegna, por la política clientelar.
El autor sostiene que «los espacios políticos latinoamericanos han sido históricamente configurados por políticas clientelares y prácticas de patronazgo» (2019, p. 43), y es en este punto donde se evidencia una posible contradicción por parte del mismo. Lapegna insiste en que el uso y la aplicación del término «cooptación» en el estudio del declive o desmovilización de los movimientos sociales resulta peyorativo. Sin embargo, por otra parte, suma al análisis un término que puede considerarse igual de despectivo, como es el de «política clientelar».
Asimismo, su utilización implica quizá desentender que no existen vínculos políticos con el Estado o modelos ideales de participación política no marcados por el clientelismo. Incluso, Lapegna advierte a lo largo de su trabajo acerca de los riesgos que conllevan los sesgos epistemológicos de la «idealización».
Más allá de ello, el trabajo de Lapegna resulta un aporte significativo para el entendimiento y el estudio del proceso de desmovilización, el cual no debe ser entendido como la etapa final del movimiento social, sino como una parte de su desarrollo y construcción como tal.
Referencias
Auyero, J. (2015). La lógica práctica del dominio clientelista. Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, LXI(226), pp. 221-246. Universidad Nacional Autónoma de México.
Bourdieu, P. (1991). Language and symbolic power. Cambridge: Polity Press.
Eyerman, R. & Jamison, A. (1991). Social movements. A cognitive approach. Cambridge: Polity.
Gamson, W. (1975). The Strategy of Social Protest. Homewood, II. Dorsey.
Lapegna, P. (2019). La Argentina transgénica. De la resistencia a la adaptación, una etnografía de las poblaciones campesinas. Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina.
McAdam, D.; McCarthy, J. & Zald, M. (1999). Movimientos Sociales: Perspectivas Comparadas. Oportunidades políticas, estructuras de movilización y marcos interpretativos culturales. Madrid: Ed. Itsmo.
Melucci, A. (1999). Acción colectiva, vida cotidiana y democracia. El Colegio de México.
Pleyers, G. & Álvarez-Benavides, A. (2019). La producción de la sociedad a través de los movimientos sociales. Revista Española de Sociología, 28(1), pp. 141-149.
Santos, B. (2014). Epistemologías del Sur. Madrid: Akal.
Tarrow, S. (1994). Power in movement. Cambridge university press.
Touraine, A. (1973). Production de la société. Paris: Seuil.
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Abogada por la Universidad Nacional de La Plata. Maestranda en Ciencias Sociales FaHCE-UNLP. Docente-Investigadora categorizada DI5 y becaria de posgrado e investigación UNLP, con lugar de trabajo en el Instituto de Cultura Jurídica, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. |
Revista Kawsaypacha: Sociedad y Medio Ambiente.
N° 14 julio – diciembre 2024. E-ISSN: 2709 – 3689
Cómo citar: Quintana Thea, A. (2024). La desmovilización en la movilización. Reflexiones a partir de la obra de Pablo Lapegna, La Argentina transgénica “De la resistencia a la adaptación, una etnografía de las poblaciones campesinas”. Revista Kawsaypacha: Sociedad Y Medio Ambiente, (14), D-009. https://doi.org/10.18800/kawsaypacha.202402.D009 |
[1] Lapegna (2019, p. 40) realiza una interesante síntesis sobre las diversas, aunque pocas, teorías que se han construido sobre la desmovilización y el declive de los movimientos sociales.