N° 15 enero – junio 2025. E-ISSN: 2709 – 3689
Artículo de investigación
Dossier: Política y Gestión Ambiental
Género y adaptación climática: estudio de familias caficultoras del cantón Olmedo, sur del Ecuador
Gender and Climate Adaptation: Study of Coffee-Growing Families in Canton Olmedo, Southern Ecuador
Verónica Iñiguez-Gallardo a
Nixon Jara-Ortíz b
Johanna Briceño-Salas a
a Universidad Técnica Particular de Loja. Departamento de Ciencias Biológicas y Agropecuarias, Ecuador
b Universidad Técnica Particular de Loja. Carrera de Gestión Ambiental, Ecuador.
| Cómo citar: Iñiguez-Gallardo, V., Jara-Ortíz, N., & Briceño-Salas, J. (2025). Género y adaptación climática: estudio de familias caficultoras del cantón Olmedo, sur del Ecuador. Revista Kawsaypacha: Sociedad Y Medio Ambiente, (15), D-010. https://doi.org/10.18800/kawsaypacha.202501.D010 |
Resumen: El análisis de la dinámica de género en el contexto del cambio climático revela estructuras de poder subyacentes que influyen en la implementación de estrategias de adaptación. Las dinámicas sociales que se entrecruzan con los impactos climáticos a menudo crean vulnerabilidades y generan respuestas variadas entre géneros. Este estudio informa sobre una investigación a pequeña escala destinada a examinar los roles de género en la adaptación climática dentro de la caficultura en el cantón Olmedo, provincia de Loja, Ecuador. Mediante entrevistas cualitativas y observación participante, se recopilaron datos de familias productoras de café. Los hallazgos indican que la producción de café implica esfuerzos familiares diferenciados por género, moldeados por las relaciones de poder y los roles de género, donde las mujeres y sus hijos asumen roles fundamentales en la adopción de medidas de adaptación climática. Los hallazgos aportan evidencia empírica a las discusiones sobre la neutralidad de género en las políticas de adaptación climática en Sudamérica y subrayan la importancia de reconocer y aprovechar el capital social familiar y comunitario para estrategias de adaptación efectivas en la caficultura.
Palabras clave: Caficultura. Cambio climático. Roles de género. Vulnerabilidad. Loja, Ecuador.
Abstract: The analysis of gender dynamics in the context of climate change reveals underlying power structures that shape the implementation of adaptation strategies. Social dynamics intersecting with climate impacts often create vulnerabilities and elicit varied responses between genders. This study presents small-scale research on gender roles in climate adaptation within coffee farming in the Olmedo canton, Loja province, Ecuador. Using qualitative interviews and participant observation, data were collected from coffee-producing families. Findings indicate that coffee production involves gender-differentiated family efforts influenced by power relations and traditional gender roles, with women and their children assuming pivotal roles in adopting climate adaptation measures. These insights contribute empirical evidence for discussions on gender neutrality in climate adaptation policies in South America and highlight the importance of recognizing and leveraging family and community social capital for effective adaptation strategies in coffee farming.
Keywords: Coffee growing. Climate change. Gender roles. Vulnerability. Loja, Ecuador.
1. Introducción
La vulnerabilidad de las poblaciones ante potenciales impactos asociados al cambio climático resultan de factores sinérgicos construidos a partir de la marginación social, la economía, las costumbres culturales, étnicas y de género (Carey, 2010; Assan et al., 2018; Iñiguez-Gallardo & Tzanopoulos, 2023). La adaptación al cambio climático requiere reducir dichas vulnerabilidades, lo que implica cambios en los procesos, prácticas y estructuras sociales (Assan et al., 2018). Los roles de género hacen que los efectos del cambio climático y la capacidad de adaptación afecten a hombres y mujeres diferenciadamente (Ej. Jost et al., 2016; Adzawla et al., 2019). Algunos estudios postulan que las mujeres se adaptan menos que los hombres, debido principalmente a limitaciones financieras, acceso a recursos y aspectos culturales (Pearse, 2017; Glazebrook et al., 2020). Otros consideran que la literatura sobre la temática ha reforzado la idea de que la igualdad de género es una cuestión única de mujeres (Ampaire et al., 2020; Lau et al., 2021), perpetuando estereotipos de mujeres como víctimas (Huyer & Gumucio, 2020; Lau et al., 2021), y descuidando al mismo tiempo las capacidades de las mujeres en cuanto a resiliencia climática. En todo caso, las experiencias y respuestas ante impactos climáticos no son homogéneas. Por ejemplo, la titularidad de la tierra es un problema de acceso para algunas mujeres en Ghana (Jost et al., 2016), mientras que en Vietnam, el problema recae en las relaciones de poder y toma de decisiones (Ylipaa et al., 2019).
Tanto el trabajo de las mujeres en la agricultura (Vermeulen et al., 2012; Iñiguez-Gallardo & Tzanopoulos, 2023), así como la visión y el trabajo de los hombres influyen en la aplicación de estrategias de adaptación más efectivas (Lau et al., 2021). Sin embargo, el estudio sobre la dimensión de género en relación con las medidas de adaptación climática, específicamente en la caficultura, es escaso (Ej. Palacios et al., 2023) y nulo en Ecuador, a pesar del alto grado de vulnerabilidad climática de este cultivo (Guerrero-Carrera et al., 2020). Con estos antecedentes, la presente investigación explora la dimensión de género y su relación con la adaptación al cambio climático, centrándose en familias caficultoras del cantón Olmedo en la provincia de Loja. Los objetivos buscan comprender los roles de género y la influencia de las estructuras de poder en la aplicación de medidas de adaptación climática en la caficultura, con el fin de contribuir al debate sobre la neutralidad de género en el contexto climático
2. Metodología
2.1 Área de estudio
El cantón Olmedo se ubica en la provincia de Loja, Ecuador, en una extensión de 113.74 km2. El 88% de la población se dedica a la agricultura, principalmente al cultivo de café, el cual se siembra en fincas integrales junto a maní, guineo, maíz, frutales y leguminosas (GAD Municipal Olmedo, 2019). Un mínimo porcentaje del café se dedica a la comercialización; pese a ello, Olmedo contribuye con el 75% de los cafetales de sombra de la provincia de Loja (GAD Municipal Olmedo, 2019), involucrando a 2000 familias en la producción (Jara, 2019, datos personales).
La población del cantón está compuesta por 5473 habitantes, divididos en 2704 hombres y 2769 mujeres. El tamaño poblacional es fluctuante por cuanto se moviliza de lunes a viernes para estudiar o para trabajar. El 50% de la población femenina vive en área rural y la tasa de hogares con jefatura femenina es de 41%. La tasa de analfabetismo es ligeramente mayor en hombres, con 8.9%, que en mujeres, 7.7% (GAD Municipal Olmedo, 2019).
La temperatura media mensual es de 21.3 °C. En su territorio se distingue un periodo lluvioso de enero a mayo con una precipitación de 1100 mm, y uno seco entre junio y diciembre, con un máximo de precipitación de 780 mm. Este último afecta la disponibilidad de agua, por lo que la agricultura en su gran mayoría es de secano (GAD Municipal Olmedo, 2019). El relieve es irregular y presenta pendientes pronunciadas que provocan una erosión progresiva del suelo, exacerbada por la intervención antrópica. Los usos de suelo incluyen zonas urbanas, agropecuarias, boscosas, matorral y pasto. Se observa una disminución de diversificación de cultivos, cuya área se ha reducido a matorral, evidenciando un progresivo abandono de la actividad agrícola (GAD Municipal Olmedo, 2019).
2.2 Métodos
La presente investigación cualitativa-etnográfica no comenzó con preguntas de investigación específicas, sino que exploró los roles de género, las relaciones de poder y las medidas de adaptación a problemas asociados al clima. Los datos se recopilaron a través de entrevistas informales y semiestructuradas, junto con la observación participante y no participante. Se obtuvo consentimiento verbal de los participantes. Como no se recopiló conocimiento ancestral, no se requirió un permiso de investigación según la legislación ecuatoriana.
2.2.1 Entrevistas informales y observación participante
Utilizando un muestreo por conveniencia, se inició un diálogo con una familia productora de café a través de entrevistas informales, afinando así el enfoque de la investigación. Esta familia proporcionó conocimientos detallados sobre la caficultura y ayudó a identificar informantes adicionales. La familia está compuesta por los padres, entre 50 y 60 años, dos hijas y un hijo, entre 17 y 25 años. Todos los miembros tienen educación superior, excepto el hijo, que recientemente terminó la escuela secundaria. Esta familia posee cinco fincas integrales y dos solo de café.
Los datos de las entrevistas informales se complementaron con observación y participación en actividades relacionadas con el café. Este método participativo se aplicó únicamente a una familia, la única que realiza todas las etapas de la producción y comercialización del café. Las actividades en las que se participó abarcaron la preparación de plántulas, despulpado, fermentación, secado, tostado, molido y el empacado, lo que permitió comprender las perspectivas individuales de cada miembro y los roles de género en cada actividad.
2.2.2 Entrevistas semiestructuradas y observación no participante
El conocimiento obtenido de las entrevistas informales orientó la estructuración de una guía de preguntas sobre la producción y comercialización del café, desde la selección de semillas hasta la venta. Las preguntas se centraron en los roles de género, los desafíos relacionados con eventos de cambio climático y las medidas de adaptación. Posteriormente, a través de un muestreo dirigido, se realizaron nueve entrevistas semiestructuradas paralelamente con observaciones no participantes de las actividades de café exploradas, con un tamaño de muestra definido por saturación. La unidad de muestreo fue la familia. La Tabla 1 detalla los perfiles de los informantes.
Los datos obtenidos incluyeron notas de voz, notas de campo escritas y fotografías, los cuales se analizaron manualmente a través de múltiples ciclos de codificación, según lo propuesto por Saldaña (2018). Este análisis identificó patrones entre los datos, que se agruparon luego en cuatro categorías: acceso a crédito, producción, roles de género y medidas de adaptación a los cambios. Además, se definieron subcategorías específicas como labores de vivero, labores de campo, procesamiento y comercialización, problemas asociados al clima y condicionantes para la adopción de medidas de adaptación. Cada una de estas subcategorías incluyó diversas actividades que fueron codificadas y vinculadas a las categorías correspondientes.
3. Resultados
Los resultados se organizan según tres amplias categorías: acceso a crédito, producción de café y medidas de adaptación climática.
3.1 Acceso a crédito
La mayoría de caficultores mencionaron necesitar créditos bancarios para financiar sus actividades agrícolas. Tanto hombres como mujeres, especialmente cuando existe relación conyugal, deben firmar las aplicaciones, además de cumplir con otros requisitos tal como lo expresan los siguientes informantes:
Hace unos tres años hice un préstamo de mil dólares cuando hacía los semilleros para la finca. Los requisitos que nos pedían era tener garante, de ser posible que sea empleado público, incluso nos pedían las fotos de la casa, para esto fui con mi esposa, como estamos casados, ella también tenía que firmar. (P.T-Caficultor)
[…] por ejemplo, yo saco crédito para viveros de café, me dan al 11% anual… Ahí me piden copia de escrituras, pago de servicios básicos, rol de pagos de donde trabaja mi esposo, también garantes, copia de cédulas. El préstamo se lo hace en junta que no ve que somos casados, entonces para pagar se necesita la firma de los dos (M.A-Caficultora).
Aunque el género no determina el acceso al crédito, la presencia de garantes, posesión de propiedades, trabajo asalariado y el estado civil constituyen una estructura de poder que facilita dicho acceso. Se observó, por ejemplo, que son parejas quienes acceden a créditos, mientras que las personas solteras se autoevalúan como no aptas económicamente para ello. Una mujer y un hombre solteros mencionan: «aunque quisiera acceder a un crédito, sería imposible hacerlo ya que la situación económica no es la ideal» (A.S-Caficultor), «los créditos se realizan cuando hay una fuente, o sea un sueldo que lo permite» (R.T-Caficultora).
3.2 Producción
Se identificaron tres etapas en el proceso de producción del café: labores de vivero, labores de campo, y procesamiento y comercialización. Cada etapa involucra actividades específicas, como se detalla en la Tabla 2. Se registraron 17 actividades, aunque solo algunas familias se involucran en todas ellas. La participación está determinada por dinámicas de poder y género arraigadas en normas sociales sobre lo que es apropiado para cada género. Además, se caracterizan por el trabajo familiar compartido.
3.2.1 Labores de vivero
Esta etapa revela construcciones sociales de género que influyen en la división laboral entre hombres y mujeres para desempeñarse en: la selección de semillas, elaboración de almácigos[1], preparación de la tierra, enfundado de plántulas y trasplante. La planificación y organización familiar es particularmente notable en el enfundado, dado que demanda mayor esfuerzo, tal como lo indica esta caficultora:
Para llenar las fundas somos todos, hijos, esposo y esposa, llenamos, aunque sea unas doscientas cada uno en el día… Ese trabajo es un poquito cansado, pues no solo se llena doscientas, se llena si quiera unas quinientas, seiscientas (H.R-Caficultora).
Los hombres se encargan principalmente de preparar la tierra y de los almácigos (Figura 1A), por considerar que ellos poseen mayor conocimiento: «Mi esposo prepara la tierra aquí mismo y hace los almácigos… él tiene su práctica, va poniendo de uno en uno…para que no estén muy cerquita, entonces crece bonito y hay que seguirlo regando» (F.V-Caficultora). Esto sugiere un arreglo jerárquico donde el conocimiento presumido otorga a los hombres control sobre estas tareas. Esta asignación implica una dinámica de poder en la cual los hombres tienen la autoridad para tomar decisiones, lo que potencialmente margina la contribución o las capacidades de las mujeres en esta área.
Las mujeres ejercen autoridad y dominio en el trasplante de plántulas (Figura 1C), impulsada por su creencia de mayor habilidad para esta tarea. Cuando se requiere asistencia adicional, contratan a otras mujeres, reconociendo y valorando su competencia y eficiencia:
Sabemos pagar, porque cuando es bastante, es cansado, por eso de estar agachándose… es trabajo duro. Las mujeres son más hábiles y rápidas… se paga por planta, entonces avanzaban más rápido. También se contrataban hombres, hay que saber quiénes porque unos no avanzan, es cuestión de habilidad (F.A-Caficultora).
3.2.2 Labores de campo
Esta etapa incluye la preparación de terreno, siembra, cuidado de cultivos y cosecha, desarrolladas con una notable división por género ligada además al acceso de recursos. La preparación del terreno y la siembra requiere de gran fuerza física, por lo que son tareas predominantemente masculinas, así lo confirma este testimonio: «Los hombres hacen más ese trabajo, por ejemplo, si van a rozar necesita menos gente, si se va a lampear se necesita más, porque la lampeada coge más la mano» (V.A. Caficultora). La topografía irregular del área (Figura 2A), dificulta la mecanización de la producción, lo que aumenta el esfuerzo laboral.
La demandante labor física no excluye a las mujeres de trabajar en deshierbar, limpiar el terreno, e incluso lampear[2], especialmente en familias con escasos recursos. Las necesidades económicas obligan a las mujeres a asumir roles considerados tradicionalmente masculinos, retando las normas convencionales de género. Sin embargo, este trabajo, esencial para el sostenimiento de las fincas, suele ser invisibilizado dentro de las narrativas agrícolas dominantes, que continúan priorizando el aporte masculino. Una caficultora relata: «Yo sabía rozar, ahorita sí le hecho lampa», indicando su contribución en tareas que, aunque fundamentales, no suelen reconocerse como parte central del trabajo agrícola. Otro caficultor reconoce de forma tangencial esta realidad al observar: «de aquí a Velacruz o Catacocha, usted ve más mujeres con la lampa que varones», un comentario que sugiere un cambio en los roles laborales pero que no necesariamente se traduce en una valoración equitativa del aporte femenino.
A medida que crecen, las niñas suman al trabajo doméstico el trabajo agrícola, sin que esta doble carga sea visibilizada como parte del esfuerzo productivo. Una caficultora joven describe: «Yo más me dedicaba a la limpieza, ya cuando fuimos creciendo iba ayudando a sembrar» (H.S-Caficultora). Incluso en los casos donde el trabajo se comparte con la pareja, el reconocimiento sigue siendo desigual: «Sí hago trabajo adicional [doméstico], pero ahí hacemos conjuntamente, aunque sea que le toque a él igual o un poquito más» (J.R-Caficultora). Estos testimonios evidencian cómo el aporte femenino en el ámbito agrícola no solo es esencial, sino también frecuentemente invisibilizado, reflejando dinámicas de género que perpetúan una visión parcial y desigual del trabajo en las comunidades caficultoras. Desde un análisis más crítico, el involucramiento de las mujeres en estas actividades les permite tomar decisiones al respecto.
Las dinámicas de género también se manifiestan en la percepción de las habilidades físicas y la eficiencia laboral. Los hombres son valorados por su capacidad para realizar tareas más físicas rápidamente: «Un peón que sea fuerte le hace cien huecos u ochenta, setenta los que no pueden cavar, uno que puede cavar se hace cien huecos en un día… por eso mi esposo hace los huequitos» (M.C-Caficultora). Las mujeres son valoradas en las tareas domésticas y la cosecha de café (Figura 2B), consideradas socialmente apropiadas para ellas:
Yo me dedico más a lavar a cocinar y a cosechar el café en el tiempo que se puede hacer alguna actividad adicional. Yo le dedico medio día, de ahí paso ocupada con la niña (H.R-Caficultora).
Ellas en cocina y en cosecha, en lampa son lerdas para lampear ya que es muy pesado para la mujer. Ellas casi solo cosechan y cocinan (H.A-Caficultor).
[…] la cosecha no es tan pesada, yo considero así... No es lo mismo ganar un día lampeando que cosechando café, porque sé que el café sea parada o sentada es fácil y lo puedo hacer (P.R-Caficultora).
La toma de decisiones en la producción de café indica una transformación en las relaciones de poder dentro de la familia. Tradicionalmente, los hombres tomaban las decisiones, pero ahora se discuten en pareja, lo que sugiere una mayor equidad y reconocimiento de las contribuciones de las mujeres. Sin embargo, persiste la percepción de que la autoridad principal reside en el hombre, lo que indica que las dinámicas de género y las estructuras de poder aún están evolucionando:
Antes todo lo hacía yo… mi esposa sí me ayudaba con alguna idea, siempre uno se determina en la casa, pero se conversa, se tiene ideas (F.A-Caficultor).
Casi que siempre es el hombre, sin embargo, compartíamos la idea: «bueno, sabes que hoy día, fuera bueno de hacer esto, este otro». Mi esposa daba ideas de las cosas más importantes en el día (H.S-Caficultor).
3.2.3 Procesamiento y comercialización
Esta etapa involucra el despulpado[3], fermentado[4], secado, clasificación o selección de granos, tueste, molido y empacado. Estas actividades son ejecutadas según los ingresos familiares y son distribuidas diferenciadamente entre hombres y mujeres.
En el despulpado, los hombres predominan cuando el proceso es mecánico debido a que implica levantar grandes cantidades de peso. Las mujeres intervienen más cuando el proceso es manual o se trata de cantidades pequeñas de café:
Yo no participo en el despulpado porque son cosas que requieren de alzar peso… a pesar de que cuando la cantidad de café es poca, sí voy colocando yo misma (F.A-Caficultora).
Nosotros despulpamos poco, una libra o dos, con la mano nomás se va haciendo y ya sale la cáscara (F.V-Caficultora).
Este patrón demuestra como la percepción de la fuerza física influencia la división laboral de género. En ocasiones también se observa una colaboración comunitaria sin costo: «El vecino tiene máquina, él nos colabora y no nos cobra por despulpar, como se cosecha dos quintales yo mismo los llevo» (H.S-Caficultor). Esto es fundamental dado que el despulpado requiere una inversión adicional que no es reconocida en el precio final: «No hay quien diga “el despulpado lo pongo a tal precio”, por decir que represente por lo menos la inversión, así como también el secado» (M.C-Caficultor). Las familias con mayores recursos invierten en despulpar para obtener mejores precios, resaltando una estructura de poder basada en el acceso inequitativo a los recursos entre las familias caficultoras.
Las familias más acaudaladas también invierten en la fermentación para producir un producto de mayor calidad, como el café gourmet y orgánico. Las familias con menos recursos ejecutan esta actividad solo si tiene garantizada la venta de su café:
[…] nosotros no lo lavamos porque es mucho trabajo (F.V-Caficultora).
Este año que viene pienso lavarlo, si representa el precio continúo, si no… no lavo (M.C-Caficultor).
La fermentación está dominada por el trabajo masculino, mientras las mujeres lideran el lavado. Al igual que el despulpado, la fermentación y lavado se ajustan a estructuras de poder que benefician a las familias con mayores ingresos.
Del secado del café se encargan principalmente los hombres (Figura 3A), con ayuda de las mujeres, según su disponibilidad de tiempo:
Yo venía a guardar el café, traer a la casa, poner a secar en la madrugadita, ella no tenía tiempo (H.S-Caficultor).
Yo lo seco aquí [el café]. Mi esposo hace eso [secado], yo ayudo de repente… (F.V-Caficultora).
La participación femenina en el secado sugiere flexibilidad en la división del trabajo, influenciada por la necesidad en lugar de una estricta segregación de género.
Las mujeres desempeñan un papel central en la clasificación o selección de granos también, esencial para añadir valor al café (Figura 3B). Esta tarea destaca la confianza en la capacidad de las mujeres para asegurar la calidad del producto final, perpetuando la percepción de su idoneidad para trabajos detallados y precisos: «En lo que más sé ayudar es en seleccionar aquellos granos que no se han despulpado, si están brocados» (F.A-Caficultora). Otra informante indica: «Yo veo la semilla, la separo, la despulpo y la pongo aparte» (F.V-Caficultora). Aunque crucial, raramente su contribución se refleja en el precio final del producto, resaltando otra relación de poder donde las contribuciones femeninas son menos valoradas.
Para el tueste, el café se envía a terceros, lo cual involucra una inversión adicional. Los hombres poseen un rol más activo debido a la demanda física para levantar los quintales de café: «Si toca tostar un quintal de café, eso ya lo hace mi esposo o mi hijo, porque son cosas pesadas» (F.A-Caficultora). El tueste aumenta el precio del café, sin embargo, solo es ejecutado por las familias con más ingresos: «Nosotros hacemos tostar el café y de ahí se vende. Nosotros ya no lo vendemos en pepa, se gana mejor si se vende tostado, se vende a tres dólares la libra. Por eso mejor lo hacemos tostar» (F.V-Caficultora).
En el molido y empacado interviene mayormente la mujer, con colaboración ocasional del hombre, subrayando el control de las mujeres sobre estas actividades:
A partir de escoger, muelo café, peso, empaco, sello (F.A-Caficultora).
Lo hace mi papá cuando nosotras no estamos, y cuando necesita cierta cantidad de café (R.A-Caficultora).
Finalmente, la comercialización del café involucra a hombres y mujeres, aunque si se requiere levantar sacos, los hombres participan más, resaltando una división laboral influenciada por las necesidades específicas de cada actividad:
Sea él o yo, era igual, de eso no había problema. Uno siempre se está en las buenas y las malas. A veces cuando podía y tocaba de ir a vender, yo me iba… Mi esposo siempre estaba más, él siempre podía salir, podía más que sea cargar un costal, uno no puede (F.R-Caficultora).
La comercialización requiere buscar contactos, una actividad que a veces resulta menos agradable para los hombres, quienes prefieren la producción: «Como es poco, aquí mismo vienen a comprar, se me hace un poco difícil buscar contactos… Antes que vender y comercializar, yo prefiero producir, no le encuentro mucha satisfacción a vender» (P.R-Caficultor). La división de trabajo basada en preferencias es evidente en esta actividad, aunque no queda claro cómo se distribuyen las ganancias en el hogar:
Se le vende aquí nomas en la casa o cuando me llaman, entonces llevo [café]… Cuando él puede también se va a entregar o sino yo, pero es de repente. A mí sí me gusta, aquí a los dos nos gusta vender (F.V-Caficultora).
Sucintamente, las dinámicas de género en la producción de café reflejan una interacción compleja entre roles masculinos y femeninos donde las necesidades económicas determinan quiénes y qué actividades se deben ejecutar. Estas dinámicas subrayan relaciones de poder basadas en ingresos familiares, con menos oportunidades para familias de menores ingresos y una presencia fuerte del trabajo femenino.
3.2.4 Medidas de adaptación y condicionantes para su aplicación
La disminución en las precipitaciones y la proliferación de plagas son reconocidas como consecuencias asociadas al cambio climático en la caficultura. El primero afecta a la elaboración de almácigos, la siembra de plántulas en terreno y el cuidado post siembra. Esto es relevante dado que la mayoría de las fincas cafetaleras dependen de la lluvia estacional. Para mitigar este impacto, algunas familias caficultoras recurren a la implementación de sistemas rudimentarios de riego. Sin embargo, el acceso al agua es compartido y limitado, por lo que se prioriza para la preparación de almácigos, aunque en ocasiones se emplea para el riego de las plantas en el terreno. Esta caficultora explica el proceso:
El agüita es un derecho que tiene mi hermano, nosotros y otros dos vecinos más. Entonces, una semana coge el uno, otra semana el otro… Esa agüita solamente la utilizamos cuando se hace el semillero, de ahí para regar no, nosotros no regamos nada del café, solo esperamos la lluvia (F.V-Caficultora)
El semillero es priorizado para asegurar el desarrollo óptimo de las plántulas antes de trasplantarlas al terreno: «Para empezar el semillero y que salga el café para enero, debemos empezar en mayo, junio... entonces el café tiene buen porte para sembrarlo en enero, después de este mes las plantas no pegan bien» (H.S-Caficultor). Ante la ausencia de precipitaciones o riego, los caficultores se adaptan posponiendo la siembra y esperando la lluvia como lo indican estos caficultores:
Con el riego sí le ayudamos bastante a la plantita para que florezca, eso en la parte que es posible el riego, pero en la parte que no, que produzca de acuerdo con las lluvias (R.R-Caficultor).
Hay que esperar el tiempo que llueva para sembrar, puede ser enero, mediados de enero, puede ser primero de febrero, cuando haya una lluvia más o menos
(M.C-Caficultor).
Fue notable la predominancia de las mujeres en las labores de riego, atribuida principalmente a la migración masculina. Esta migración asigna a las mujeres la responsabilidad de las tareas domésticas y del cuidado de las plantas de café y la finca en general. Estas labores están profundamente normalizadas y pasan desapercibidas como un aporte significativo. Desde temprana edad, las niñas asisten a sus madres en estas labores en un ciclo de trabajo que, a pesar de su importancia, rara vez se menciona como un aporte fundamental de las mujeres en la caficultura:
Después del mediodía… me voy allá, así se organiza el tiempo para allá, en la huerta a veces pongo el agua… a veces también comparto el trabajo con mis hijas y se van ellas (H.R-Caficultora).
Yo voy cuando él se va... Él pasa encargado del riego, yo doy vueltas cuando él no está… por la mañana hasta las doce, en la tarde ya no… Uno va por ahí, se deshoja un guineo, se recoge leña y se deja regando de paso, y de ahí venir rápido a hacer el almuerzo (F.V-Caficultora).
Mi papá trabajó como cadenero en una empresa… a nosotros nos dejaba encargando las labores del campo, nos decía: ese terreno está listo para sembrar… Mi mamá era la que quedaba a cargo en esas situaciones (R.R-Caficultor).
Mi mami con nosotros mismos [regamos]. Mi papi pasa por Santo Domingo; claro, mi papi dejó cultivando las plantas, mi mami se encargaba de cuidar
(M.E-Caficultora).
Para combatir la proliferación de plagas, las familias recurren a la «resiembra», una actividad tradicional que implica la compra de nuevas variedades de café para reemplazar las plantas en mal estado. La resiembra es ejecutada principalmente por los hombres, quienes deciden qué variedades sembrar y qué recursos asignar. «Para reemplazar las plantas que ya no producen hacemos la resiembra, esa actividad la realizan los hombres de la casa» (F.A-Caficultora). Las familias con menores ingresos tienen limitaciones para comprar nuevas semillas, por lo que deciden seleccionar las mejores semillas de sus cultivos, actividad que está dominada por las mujeres. Esta actividad implica un análisis detallado de la planta y sus frutos, que permite descartar aquellos cafetos que presenten defectos, logrando establecer cultivos más robustos y resistentes a las plagas y condiciones climáticas adversas:
Se selecciona las que se encuentran en la parte media de la planta, las de arriba y abajo no se utilizan, se ven las plantas que estén robustas, sanas, que más han cargado y que no tengan nada de roya (P.R-Caficultora).
Esta dinámica configura una relación de poder donde el acceso al dinero inicialmente otorga control a los hombres en decisiones caficultoras. Sin embargo, en contextos de menor ingreso, este poder se desplaza, otorgando a las mujeres un papel decisorio en la selección y manejo de las semillas.
Otra medida observada fue la elaboración de trampas domésticas, una actividad nueva que la realizan las hijas de la familia que posee más recursos: «Las muchachas saben hacer unas trampas, …le ponen un vino de café para que los moscos se acerquen y se ahoguen» (F.A-Caficultora).
Las observaciones muestran que los sistemas agroforestales, de los que es parte el café (Figura 2A), funcionan gracias al trabajo familiar y dependen fundamentalmente del cuidado de las mujeres. Sin embargo, falta conocimiento técnico sobre poda, variedades y fertilización, lo que afecta los rendimientos del cultivo.
Las estrategias de adaptación climática de las familias caficultoras destacan la compleja interacción de las dinámicas de género y las estructuras de poder que configuran la asignación de recursos y la distribución de roles (Figura 4). Estos aspectos son fundamentales en el debate sobre la neutralidad de género en el cambio climático.
4. Discusión
Las dinámicas de género y estructuras de poder que influyen sobre la producción de café configuran la implementación de medidas de adaptación climática, destacando el papel crítico de las mujeres en el cuidado de los cafetales.
La ejecución y efectividad de las tareas cafetaleras dependen del ingreso familiar, un factor crucial para la capacidad adaptativa climática (Iñiguez-Gallardo & Jurrius, 2019; IPCC, 2022). El acceso a crédito abordaría este problema; sin embargo, las asimetrías sociales y estructuras de poder configuradas por tener avales, propiedad, ingresos e incluso una pareja impiden que las familias con menores recursos accedan al crédito, impactando directamente en la aplicación de medidas adaptativas como el riego o la agroforestería. El acceso al crédito es una de las principales barreras en la actividad agrícola (Iñiguez-Gallardo et al., 2018), que en el contexto de la vulnerabilidad climática, debe abordarse de manera interseccional, pues la combinación de factores como el estado civil y los ingresos puede empoderar o desempoderar a las personas (Gonda, 2019). El análisis de estas sinergias son fundamentales en países como Ecuador y Colombia, donde podrían pasar desapercibidas dado que no existen diferencias significativas entre géneros para acceder a préstamos bancarios (Iregui-Bohórquez et al., 2016; Matrone, 2019).
El acceso a crédito es determinante en la producción de café orgánico y «gourmet», ya que implica actividades que requieren inversión en maquinaria especializada para despulpar fermentar, lavar y tostar. El acceso limitado al crédito restringe la producción de este café a las familias con mayores recursos. Estas familias tienen más oportunidades de acceder a créditos, dándoles ventaja para insertarse en mercados especializados con mejores precios. Las familias con menores ingresos se ven obligadas a mantener prácticas tradicionales que resultan en un producto final de menor valor en el mercado, debilitando la generación de ingresos. Cuando los ingresos son insuficientes se impulsa la migración de los hombres, un fenómeno ampliamente observado en la agricultura (Lyon et al., 2010; Jost et al., 2016; Ampaire et al., 2020).
La migración masculina delega a las mujeres el cuidado de la finca, incluyendo el riego, un rol que asumen desde la niñez. Además de ser clave en la cosecha, selección de granos, despulpado manual, cuidado post siembra, empacado y molido, las mujeres asumen el cuidado del hogar, que permite que las dinámicas familiares se mantengan. Aunque las decisiones suelen tomarse en pareja, no es claro si esto se debe a la migración masculina, ni tampoco si los ingresos por café se distribuyen equitativamente. Desde una perspectiva ecofeminista, la migración masculina podría haber incrementado la participación de las mujeres en las decisiones económicas familiares, pero también aumenta su carga de trabajo, limitando su participación en otras actividades generadoras de ingresos (Eastin, 2018; Fischersworring et al., 2015; Pearse, 2017). Esta dinámica evidencia que, aunque el trabajo de las mujeres es vital para la adaptación climática en la caficultura, sigue siendo invisible y poco valorado, basta con mirar las estadísticas que indican que, en Ecuador, el 86% de los productores de café eran hombres en 2007 y el 71% en 2022 (INEC, 2019; MAG, 2022). A nivel mundial, las mujeres operan solo entre el 20% y el 30% de las plantaciones, pero constituyen alrededor del 70% de la fuerza laboral (ICO, 2018). Los planes de adaptación climática requieren de resaltar y planificar según esta realidad.
La migración masculina también está vinculada al debate de masculinidades, que asignan a los hombres la responsabilidad de ser los principales proveedores económicos, presionándolos a migrar en busca de trabajo remunerado (Pini & Jeanes, 2012). Esto genera complejidades para desarrollar estrategias de adaptación climática equitativas y sostenibles, ya que su implementación a menudo está impulsada por las mismas relaciones de poder que configuran las desigualdades locales (Nagoda & Nightingale, 2017). Las medidas de adaptación climática impulsadas desde los gobiernos deben reconocer que tanto hombres como mujeres entienden y experimentan el cambio climático de manera distinta (Iniguez-Gallardo et al., 2020, 2021), enfrentando desafíos diferenciados en su adaptación (Assan et al., 2018; Ylipaa et al., 2019).
En la caficultura, estas diferencias pueden variar incluso según la variedad de café, ya que el arábica y robusta se siembran bajo condiciones climatológicas distintas (Guerrero-Carrera et al., 2020). A diferencia de los cultivos rotativos como maíz o papa, el café es un cultivo perenne que requiere cuidados sostenidos en el tiempo, ejecutados principalmente por las mujeres. En este sentido, el acceso al conocimiento técnico es crucial para las mujeres, pues el cuidado requiere de una fertilización, riego, poda y selección de variedades óptimas, que aseguren la calidad, economía y sostenibilidad ambiental del café (Couto Júnior et al., 2013), aspectos que se descuidan en las medidas de adaptación climática. Algunos avances se han dado en México (Jurado Celis, 2017) y Colombia (Correa González & Ospina Puertas, 2020), a través de la creación de cooperativas de mujeres que les permiten acceder a créditos para comprar maquinaria, pero el acceso a conocimiento técnico en caficultura todavía es un campo predominantemente masculino, que además puede ser inequitativo entre rural y urbano.
Las familias caficultoras perciben una disminución de precipitaciones y un aumento de plagas, consistente con la evidencia científica que indica que el cambio climático altera las precipitaciones (IPCC, 2022) y la distribución de plagas en los cultivos (Gil Mora, 2019; Guerrero-Carrera et al., 2020; Tariku Olana Jawo & Lojka, 2023). Para adaptarse implementan la agroforestería, práctica que asegura diversidad de productos y mejora la resiliencia climática y rendimiento de los cultivos (Ávila-Bello, 2016; Gidey et al., 2019). Las familias utilizan sistemas de riego, resiembra y trampas para el control de plagas, que se aplican dependiendo de los ingresos, el trabajo femenino y el capital social representado por la organización familiar y comunitaria. La cohesión social es fundamental para la adaptación climática (IPCC, 2022; Thaker et al., 2016). Una colaboración sólida dentro de las familias mejora el reparto de responsabilidades y recursos necesarios para la adaptación. Las comunidades con alto capital social gestionan con mayor éxito los recursos comunes, como el agua de riego (Ostrom, 2000), lo que permite una adaptación colectiva a los impactos del cambio climático.
La agricultura ha experimentado transformaciones que impactan las relaciones de género (Ayala-Carrillo, 2007), revelando respuestas múltiples a la variabilidad climática dentro de los hogares (Djoudi & Brockhaus, 2011). Ignorar estas dinámicas puede socavar la capacidad adaptativa de las familias (Ampaire et al., 2020; Lau et al., 2021). Esta perspectiva resalta la importancia de reconocer la interacción entre las dinámicas familiares, el trabajo de las mujeres y el papel evolutivo de las masculinidades en la adaptación del cultivo de café al cambio climático. A pesar de los desafíos en el acceso a recursos, las familias productoras de café poseen un capital social significativo que merece ser utilizado y mejorado de manera efectiva a través de iniciativas climáticas específicas.
5. Conclusiones
Este estudio revela que las familias caficultoras del cantón Olmedo, Ecuador, distribuyen las labores de la finca con acciones diferenciadas según el género, incluyendo las medidas adaptativas climáticas. Tales medidas están condicionadas por las asimetrías sociales y dinámicas estructurales de poder con una participación predominante de las mujeres, aunque ampliamente invisibilizada. Su capacidad de adaptación se basa en un sólido capital social familiar expresado en la organización y planificación. Un plan efectivo de adaptación climática debe reflejar estas realidades centrándose en el acceso al crédito y la carga laboral femenina. Futuras investigaciones podrían identificar correlaciones estadísticas entre estado civil, género y acceso a crédito, algo que no se puede responder a través de la exploración y descripción profunda que brinda la investigación cualitativa.
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Rol en la investigación según la clasificación (CRediT):
Conceptualización; análisis formal; metodología; supervisión; visualización; redacción - borrador original; redacción - revisión y edición.
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PhD en Manejo de la Biodiversidad por la Universidad de Kent, Reino Unido, y Máster en Ciencias Ambientales por la Universidad de Zúrich, Suiza. Profesora Asociada de la Universidad Técnica Particular de Loja. Directora del Grupo de Investigación Planificación de la Tierra y Sistemas Socioambientales (PLANoSS) dentro de la misma institución. Docente de la carrera de grado en Gestión Ambiental y de las maestrías en Manejo de Recursos Naturales, y Cooperación Internacional y Desarrollo Sostenible. Sus líneas de investigación se centran en percepción ambiental, gobernanza de recursos naturales, cambio climático y género.
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Gestor Ambiental con Máster en Planificación Territorial, graduado en la Universidad Técnica Particular de Loja. Sus líneas de investigación se relacionan con la planificación del territorio y los estudios socioambientales.
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Ingeniera en Gestión Ambiental por la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), Máster en Desarrollo y Codesarrollo Local Sostenible, Especialidades: Investigación en Ámbitos Locales y Gestión de Iniciativas Locales por Facultad de Economía y Ciencias Empresariales de la Universidad de Almería, España (UAL). Docente Ocasional de la carrera de Agronegocios y Gestión Ambiental de la Universidad Técnica Particular de Loja. Sus líneas de investigación se relacionan con agronegocios sostenibles y economía ambiental.
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Revista Kawsaypacha: Sociedad y Medio Ambiente.
N° 15 enero – junio 2025. E-ISSN: 2709 – 3689
| Cómo citar: Iñiguez-Gallardo, V., Jara-Ortíz, N., & Briceño-Salas, J. (2025). Género y adaptación climática: estudio de familias caficultoras del cantón Olmedo, sur del Ecuador. Revista Kawsaypacha: Sociedad Y Medio Ambiente, (15), D-010. https://doi.org/10.18800/kawsaypacha.202501.D010 |
[1] Almácigos: elaboración de semilleros en vivero para estimular la germinación y el crecimiento inicial de las plántulas.
[2] Lampear: término que se usa en Ecuador y Bolivia para decir que se remueve la tierra con la lampa.
[3] Despulpado: hace referencia al desprendimiento manual o mecánico de la pulpa del grano de café.
[4] Fermentado: hace referencia a la descomposición del mucílago.