El proyecto, la ficción y lo contemporáneo
Resumen
En un artículo titulado “La investigación en arquitectura y urbanismo” 1, el profesor Máximo Vega Centeno (2015) indaga sobre la investigación que realiza un arquitecto. Para aclarar el tema, y como punto de partida, propone una división entre dos tipos de investigación: la científica y la profesional. Sin ánimo de ser exclusiva, esta división permitiría distinguir entre las personas que tienen como oficio principal la investigación y aquellas para las cuales la investigación es parte necesaria de la práctica profesional.
Los primeros avanzarían motivados por la curiosidad y estarían abocados a la creación de nuevo conocimiento. Los segundos tendrían su motivación principal en la solución de problemas y en la transformación positiva del mundo. Una voluntad pura de saber, por un lado, y una voluntad más orientada a la solución de problemas y a la creación, por otro 2. Desde esta perspectiva, el arquitecto, el urbanista o el médico, ejemplos citados por Vega Centeno, formarían parte de aquellos que, para el mejor ejercicio de su práctica, realizan investigación profesional.
Así, la investigación profesional sería un levantamiento, un reconocimiento, de lo que existe o de aquello que se necesita reconocer para poder operar la acción profesional (proyecto, tratamiento). Al no tener como objetivo estricto el conocimiento nuevo, sino ser la base para una acción, encontraría en ella el sustento de su valor. Al margen del valor específico que pueda tener hacer los hallazgos en el proceso de la investigación profesional, su valor último —o, más bien, el sentido de esa investigación— será evaluado sobre todo desde la perspectiva de la acción, sea por su pertinencia o por su utilidad. Obviamente, esto último está dicho desde la perspectiva del profesional y no desde una exterioridad absoluta: los resultados de una investigación profesional pueden perfectamente ser pertinentes y útiles para otros.