Nunca llueve en Lima, fabrico mi lluvia
DOI:
https://doi.org/10.18800/ayd.202501.001Resumen
Lima es una ciudad donde la lluvia es como un susurro esquivo, donde la humedad lo inunda casi todo sin llover jamás. En 2020, cuando el mundo se detuvo, quedé atrapada en el séptimo piso del Coloso de Tacna, el edificio más alto de la intersección de Tacna y Colmena, en el Centro Histórico de Lima. Ese cruce de avenidas, normalmente bullicioso y lleno de vida, había sido silenciado de golpe. Desde la ventana, observaba el paisaje urbano, añorando las lloviznas que acariciaron mi infancia. Con el mundo cerrado y la vista limitada, exploré diversos recursos para fotografiar una inexistente lluvia de verano, una que solo podía imaginar. Se trata de una lluvia fabricada, ficcional, muy acorde con la mirada de Fontcuberta, quien sostiene que «toda fotografía es una ficción que se presenta como verdadera» (1997, p. 15), y con el principio de simulación de Baudrillard, quien afirma que la imagen fotográfica, más que representación, es una ficción (Damiano, 2014). Así, fabriqué una lluvia ficticia, un registro ficcional, creando con vapor de agua y soportes traslúcidos gotas efímeras que se deslizan lentamente frente a la ciudad. La refracción de la luz en estas gotas multiplica la arquitectura limeña, al atrapar los edificios en cápsulas efímeras que permiten ver la ciudad a través de gotas que se deslizan lentamente.
