Tierra, territorio y autonomía: los gobiernos territoriales autónomos en la Amazonía Peruana
Resumen
Las organizaciones indígenas nacieron con una demanda que hasta hoy sigue siendo la espina dorsal de su agenda: proteger sus tierras y recursos naturales como garantía para su subsistencia. La respuesta estatal fue la de crear la figura de comunidades nativas que pasarían a ser la concreción territorial fragmentada de cada pueblo indígena de la Amazonía; figura similar a las comunidades campesinas, pero estas tenían como antecedente las delimitaciones de los reductos coloniales. Para crear comunidades nativas, hubo que concentrar a la población indígena, rompiendo patrones de asentamientos tradicionales. No obstante, todo ello fue aceptado, a cambio de garantías frente a las olas de migración y actividades como tala ilegal.
El propósito de este artículo es mostrar cómo la respuesta estatal, a través del marco normativo que data de la Ley de Comunidades Nativas de 1974 y 1978, ya no es suficiente para cumplir el anhelo de los pueblos indígenas para proteger sus tierras y territorios. No se ha cumplido con la tarea de alinear la norma nacional al Convenio 169° de la OIT y tampoco a los estándares desarrollados por la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Las actividades ilegales crecen en la Amazonía, y los conflictos por superposiciones son fuente permanente de conflictos con terceros formales o ilegales.
Ante esto, la respuesta de las organizaciones indígenas es recuperar la gobernanza de sus territorios, a través de dos estrategias: i) la titulación como pueblo indígena y ya no como comunidades; y ii) sobre esos territorios, la constitución de gobiernos territoriales autónomos. A la fecha, son 7 pueblos de los 5 los que han avanzado en ese proceso. El mismo es liderado por el pueblo Wampis y puede ser el inicio de una nueva etapa en la relación entre el Estado y los pueblos indígenas amazónicos, la cual no se puede ignorar, sino que debe ser abordada con carácter de urgencia, ya que está en juego no solo la subsistencia de los pueblos indígenas, sino también la biodiversidad y los ecosistemas de nuestra Amazonía, frente a los actores ilegales que aprovechan estas fragilidades para avanzar a pasos agigantados.