Nostalgia, soledad y calor humano: Una narración visual sobre el trabajo de campo
Resumen
El trabajo de campo es un periodo liminal por el que todo alumno de la especialidad de antropología debe pasar para, finalmente, ser un antropólogo. En este periodo, uno dispone de un tiempo delimitado para producir la mayor cantidad de información y, así, responder a sus preguntas de investigación a través de diversos métodos: observación, observación participante, entrevistas a profundidad, conversaciones informales, entre otros.
La información, necesaria para realizar una investigación, no es producida de manera única por el investigador, sino que implica la presencia de otras personas y la interacción constante con ellas. Gracias a esto es que la información se produce de manera conjunta a lo largo del trabajo de campo. Participar de las actividades realizadas de manera habitual por las personas de la comunidad, así como buscar espacios más personales, permite que uno se pueda integrar y entablar una relación de mayor confianza con las personas.
A través de estas imágenes, busco reconstruir el proceso de lo que fue mi trabajo de campo. El 5 de febrero del 2017, partí hacia la comunidad campesina de Chahuaytire, ubicada en el distrito de Pisaq, Cusco a 3800msnm (aprox.), donde permanecí un total de 11 semanas ininterrumpidas viviendo en la casa de Porfirio Ylla e Irma Alvarado; tomando café por las tardes en casa de Lucio Ylla, junto a toda su familia, antes del partido de fulbito en la loza; tratando de colaborar – haciendo el ridículo – en la cosecha de papas en las chacras de distintas familias; pasteando ovejas con Edwin, Rosini y Alejandro; caminando por los alrededores con Walter, conversando sobre el vivir de la música; ayudando a techar la casa de Eugenio Huamán y Saturnina Ccoyo; bajando a Pisaq a ver los partidos intercomunidades. Esto y más acompañado de personas que, hoy, considero amigos.
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