El contador público como causa primera y última de la confianza pública
Resumen
El presente trabajo de revisión, analítico-reflexivo y fenomenológico, presenta al contador público como esencia y sustancia del «ser», y cuya razón de ser son «las cuentas justas». El contador es el primer valor. Sin su sustancia, no es y, sin su esencia, deja de ser, es inexistente. La esencia es antes del contador y le da forma al ser contable, razón de la cuenta. La cuenta, hecha de tiempo con guarismos que acumulan tiempo, está formada por dos dimensiones, una concreta y otra abstracta, cuya vinculación es evaluada por la equidad y la inequidad valuada por los signos exteriores de riqueza.
La necesidad de contadores públicos surge de la representatividad delegada por el Estado, derivada del público, que, con su voto, legitima y transfiere poder de seleccionar y nombrar fiadores de fe, quienes se constituyen en depositarios de una «confianza a lo sumo» del público. A partir de ello, el contable se adhiere a valores absolutos. La confianza se basa en la consistencia: se confía en quien «no cambia». En esa medida, la contabilidad es un metarrelato, afincado en la modernidad, y el contable es como un sacerdote que vigila los rituales: los valores que propone este trabajo.